miércoles, 2 de octubre de 2013

El silencio de los gritos.



El sol pega de frente, casi haciendo el intento de cegar. Los pájaros surcan los cielos, con cada corriente una pirueta. Las hojas bailan al son de la brisa. Los gatos hacen piruetas imposibles, los perros comparten miradas... Y los humanos... Simplemente no destacamos por nada que no sea la destrucción. Agotamos recursos naturales por la ansiedad de pensar en que se acabarán. No sabemos escuchar como crece una flor. Ni siquiera percibimos cuando empezamos a enfermar mas sin embargo, si prestamos atención a los seres que nos rodean, podemos darnos cuenta que ellos si lo notan.

Somos tan frágiles. Sólo se nos escucha cuando levantamos la voz, el resto del tiempo, simplemente, somos sombras animadas, con conciencia, que vagan por donde sus pies les llevan.

Ya apenas existe complicidad entre los amantes. Una mirada no dice nada si no la acompaña una palabra. Ya nadie se jura amor bajo las estrellas, ni nadie se inspira mirando la Luna.

Ya no importa si arrancan una flor o si la compran, es un detalle tan carente de materialismo y tan lleno de sentimentalismo que poco a poco ya no tiene lugar en la sociedad que conocemos.

Las tecnologías están enfriando los corazones de cuántos se dejan atrapar, incluida yo. Rara es la vez que alguien escribe una carta a mano. Yo recuerdo mi adolescencia. Me carteaba con gente de todo el mundo. Era maravilloso saber que alguien se había tomado tiempo y había dedicado su atención en redactar a mano una carta.

Antes las manualidades eran algo querido. Ahora regala una tablet y serás amado más aún. Es triste... Es como si hubiéramos entregado nuestras almas al más temible de los demonios. Y... ¿A cambio de que?

Los pájaros del whatssap ahogan nuestras voces, solo nos queda gritar en silencio. Seguir la rutina de ser como los demás y no intentar destacar con detalles pasados de moda.

¿En que momento se ha roto la complicidad?

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