lunes, 26 de septiembre de 2011

Añoranzas.

Añoro un desayuno en la cama acompañado de alguna flor, que con delicadeza, arrancaste para mí. Una nota reposando sobre una taza de té de frutas, que diga lo mucho que me extrañas ahora que no estás a mi lado.
Anhelo mirar las estrellas. Y que ese manto maravilloso nos abrace a ambos en la fría noche.
Extraño los días sin hacer nada en los que tanto hacíamos. O al menos, en mi sueños así era. Una risa nerviosa calmada con un abrazo. Una mirada tierna gritando sentimientos. Un camino lleno de flores silvestres que nos marque un destino. Una pequeña cascada al final del sendero. Una roca calentada por el Sol como reposadero. Peces saltando contra corriente para poner sus huevos. Un cervatillo a lo lejos observando curioso como nos entregamos al deseo.
Echo de menos cosas que jamás tuve, que nunca sentí, pero que mucho soñé. Y es curioso. No imaginé albergar tantos deseos.
Miro por mi ventana e imagino que estás a mi lado, viendo lo mismo que yo, y maravillandote con el paisaje que se descubre ante nosotros.
Imagino como sería conocerte. Práctico miradas y sonrisas, que posiblemente, si algún día el destino te cruza en mi camino no seré capaz de reproducir.
Adopto aptitudes impropias de mi, quizás con el afán de maravillarte. Creo que la falta de conocimiento hace que te extrañe aún más... O... También podría ser... Que te idealice demasiado. Pero así es la esperanza me han dicho. Así es su modus operandis... Así nos atrapa y nos hace esclavo de sensaciones, que sin haberlas vivido, sentimos que las necesitamos. Tú, futuro amor mío, espero poder estar a la altura de las circunstancias.
Me han dicho que un día alguien llegará a amar todo lo que tanto odio de mi misma... No sé hasta que punto puede ser cierto eso. Sería como alcanzar la magnitud, la perfección, y la vida me ha mostrado que eso es imposible.
Pero aún así añoro esos momentos, futuros o inciertos, que quisiera vivir a tu lado. No importa como, sólo importa el quién.
Curada de la tristeza que me atormentaba, ahora abro las ventanas, para que el aire fresco azote mi cara, como si de un guantazo se tratase, y me espabile, me muestre todo lo que me estoy perdiendo.
Ahora sólo queda un recuerdo que marcará un antes y un después, pero nada queda ya del dolor.
Ahora es momento de volver a entregarme a mis fantasías y sueños "imposibles", abrir los ojos y decir, Tú, futuro amor mío... Te estoy esperando con la mente abierta y el alma curada.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Vacía de Emociones.

Quizás jamás leas esto. Puede que ni te interese como pueda sentirme. A lo mejor no empatizas conmigo, pero no importa amor. Hoy no escucho los latidos de mi corazón aunque siento como mi alma sangra.
Sangra cada día más. Es extraño, debería sanar, no empeorar. Pero en ocasiones sucede. Puedo dar FE de estás palabras. Hicimos un pacto que ninguno cumplió. Y yo ahora, estoy cumpliendo la condena.
Si supieras que por ti podría darlo todo sin importarme nada... Si comprendieras que no sentí nada parecido por nadie... Si escucharás a mi alma... Si hicieras todo... Sólo por un instante comprenderías con total certeza todo lo que abarca mi ser.
Todas las noches le pido a la Luna que te guié, que no te deje solo. Que vele tus sueños y te alivie las pesadillas.
Cada día le pido al Sol que te deslumbre con una sonrisa. La misma que te deslumbraba cuando te miraba.
Los segundos se han aliado con las horas, para hacer más perecederos mis días. Miro mi cama y está vacía. Recuerdo cuando Tú y Yo, con dulzura y paciencia, la llenábamos de amor.
Ya no soy capaz de caminar por las calles que un día fueron testigo de nuestro cariño. No consigo mirar ese andén, del cuál, un día, bajaste y nos abrazamos.
La música ya no me alivia, me clava una puñalada por cada párrafo que me habla de amor.
Créeme cuando te digo que por más que pasen los días nada ni nadie podría hacer que te odie. Fue tan grande lo que me hiciste sentir que nada lo lograría.
Me odio un poco a mi misma por no luchar un poco más, pero quien sabe, quizás debía ser así, intenso y corto, para aprender lo que es la felicidad.
Me desahogo en mi blog por miedo a llenar tus oídos de palabras que pueden parecerte vacías o inciertas.
Sólo déjame pedirte algo mi amor... Recuerdame cada día. Yo lo haré. Lucha por tus sueños y nunca te detengas. No obedezcas a la razón cuando corazón y alma te griten lo contrario y por encima de todo se feliz. Por ti y por mi, pues el amor es eso cariño. Es sacrificar tu felicidad por la del ser que amas. Yo daré la mía al olvido si con eso consigo que tu vuelvas a sonreír...

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Recuerdos.

Me encuentro ahora mismo frente a lo que será mi Blog. Jamás tuve uno. Creo que porque nunca tuve el valor suficiente como para abrirme a los demás de una forma tan íntima como es ésta.
Para algunos escribir es simplemente plasmar sobre un papel inerte algo que guardan. Para mi, sin embargo, es mucho más que eso. Es desnudar mi alma a completos desconocidos. Es ser consciente de que seré juzgada, para bien o para mal, ante los ojos del que mira... Sorprendentemente, es algo, que ahora mismo, no me preocupa demasiado. Paso por una situación bastante común, pero como buen humano que soy, racionalmente egoísta, considero que mi pena es mayor a la de cualquier otro ser. Que confundida estoy pensando así, mas ahora mismo, es lo único que me consuela.
Miro por mi ventana y no encuentro nada que me empuje a sonreír. Quizás la culpable de todo esto sea la sociedad que ha transformado las necesidades. Recuerdo cuando era pequeña y mirar por la ventana era sinónimo de juego. Un silbido bastaba para arrancarme una sonrisa de la cara. No necesitábamos relojes, el tiempo lo marcaban o los gritos de nuestras madres por las ventanas o los rugidos severos del estomago. Como iba yo a imaginar, que veinte años después, el ritmo de mi vida lo marcarían otros factores tan comunes como Internet, móviles y horarios laborales. Es curioso como el tiempo transcurre. Recuerdo mi pre-adolescencia. Era un momento marcado sobre todo por los cambios y las malas decisiones, pero aún así eran las correctas. De cada una de ellas sacábamos siempre algo bueno y algo malo y siempre, absolutamente siempre, aprendíamos una lección. Recuerdo que a los mayores se les respetaba y admiraba, cosa inusual ahora, más bien parece que los tratásemos como muebles viejos que ya no tienen utilidad. Lamentablemente es como veo las cosas y me entristece. De niña me encantaba pasar tiempo con las personas mayores que me rodeaban, son seres llenos de historias maravillosas. Vivencias lejanas que cuentan con una nostalgia que ya no veo en nadie. Mal parece que nos hayan vaciado y condenado a no sentir. Me traslado a aquellos años y siento como una lágrima asoma por mi ojo, tímida, pero con ganas de dejarse caer.  Y una sonrisa apagada se muestra en mi rostro, para recordarme que si se puede ser feliz, aunque suponga vivir de los recuerdos...