lunes, 5 de diciembre de 2011

Distancias.


Las distancias pueden ser frías, efímeras, dolorosas, cortas... Pero sin duda yo creo, que son barreras que nosotros mismos ponemos. Quizás por miedos o inseguridades, de eso no puedo estar del todo segura. Pero lo que si afirmo tajantemente, es que es, sin lugar a dudas, un arma de doble filo. Al distanciarnos nos arriesgamos a perder un lazo, que por mayor o menor que nos parezca siempre es necesario. Somos animales acostumbrados a vivir en comunidad, pese a poder vivir en soledad, pero eso nos causa, en ocasiones, trastornos graves de personalidad y crisis de ansiedad o depresiones. 
Hoy he reflexionado sobre todo esto. Puedo asegurar que no quiero distancias en mi vida, más que las estrictamente necesarias u obligatorias, traducidas en KM. Quiero restablecer lazos que un día dejé que se aflojarán y quiero crear nuevos para seguir creciendo. 
Quiero fortalecer aquellos que los años no han podido ni siquiera debilitar y quiero buscar más formas de sentirme cerca de quienes aprecio, quiero y amo. 
Una fotografía, un libro, un poema, una carta, una canción, una prenda, un regalo, cualquier herramienta es buena para fortalecer los cimientos que me unen. Pero es tan difícil llegado un punto, conocer con claridad las necesidades de cada uno... 
A veces me imagino que un genio me concede 3 deseos, y pienso, vuelvo a pensar, paro, retomo el pensamiento y llego a la conclusión de que no se de que forma no malgastarlos. Por un lado se interpone mi lado más egoísta que lucha con fiereza con mi lado racional y solidario. En esos momentos, dejo que las dos caras de una misma moneda luchen entre si y me evado a un lugar remoto, donde la distancia más larga está entre la separación de tu cara y la mía cuándo nos abrazamos. Es tan pequeña y parece tan frágil, pero a la vez se siente fuerte. Ese tipo de distancias son las que hay que disfrutar, nos mantienen vivos, nos recuerdan que un abrazo nos puede salvar del más angustioso llanto. 
No importa dónde esté tu gente, no importa el tiempo que pase desde que no os veis hasta el reencuentro. Lo único que importante es no dejar que las distancias creen lazos de hielo. 

domingo, 4 de diciembre de 2011

Sin Rumbo Fijo.

Somos caminantes que recorremos sin cesar sendas arduas y escalfadas. Sin duda tenemos el don de adaptación, solo que algunos, aún, no lo saben y se dan por vencidos. Hoy es un día como otro cualquiera, no importa que el calendario marque Domingo, un día no es más especial que otro sólo por su nombre, si no por lo que acontece. Normalmente estos días que ponen fin a la semana suelen ser momentos de relajación con la familia, de descanso... Y yo me pregunto ¿Por qué? Es decir, porque dedicar sólo un día a la semana a quienes quieres si con un poco de organización puedes hacerlo todos los días, la verdad es qué estamos cada vez más distanciados de las cosas que antes eran más comunes ver, las familias ya no buscan vivir cerca, si no tener donde poder vivir. Es triste vernos en está situación. Pero supongo que son fases por las que pasamos. De igual modo que quienes ahora recuerdan su infancia en blanco y negro y anhelan compañía, los que nacimos en la generación de la libertad preferimos la soledad más que la compañía. ¿Será que está sociedad capitalista está individualizandonos? ¿Será ese el motivo por el cuál es tan complicado hoy día mantener luchas colectivas? Dicen que divide y vencerás... Llegados a esté punto creo que es muy cierta esa teoría, se ve a diario.
Muchos días observo por mi balcón a los niños que vuelven a sus casas del colegio. A mi edad eramos grupos de más de 6 personas caminando juntos hasta que llegábamos a nuestros destinos. Ahora es un milagro ver a más de 3 niños juntos. Hemos cambiado las guerras de barro por consolas y ordenadores. Y es poco común ver actividades escolares fuera del recinto.
Vivimos a pasos agigantados sin darnos cuenta que sólo tenemos una vida. No nos paramos a respirar el aire fresco, preferimos seguir inhalando la polución. Cada vez es más común ver las calles llenas de personas con miradas vacías. Que ya nada esperan de un mañana tan incierto como fría se torna la noche. Las colectividades cada vez son menos fuertes. Y los que aún intentan mantenerlas activas viven tan a las sombras que pasan casi desapercibidos en un mundo global dónde buscarse la vida puede llegar a ser incluso ilegal.
Sin duda creo que tantos avances están terminando con la humanidad de las personas.