martes, 19 de febrero de 2013

Momentos en la memoria.




A veces no basta con saber que esa persona está ahí. Los lazos afectivos nos empujan a necesitar crear lazos carnales. Una mirada, sonrisa, caricia, un abrazo... Es complicadamente sencillo cubrir esas necesidades, salvo que tengas como enemiga a la distancia. Añorar a esa persona es una tortura emocional complicada de sobrellevar, la única cura posible para tal es un reencuentro.

La calidez de esos gestos o momentos llenan y dan plenitud a los días, que tras la siguiente amarga despedida, se volverán lentamente tristes y vacíos. Nos pasamos la vida buscando un compañero, el complemento perfecto para nosotros mismos, aquello que nos da paz y tranquilidad y cuando lo encuentras es tan maravilloso que a veces somos incapaces de asimilarlo.

Los recuerdos, por más bonitos que sean se vuelven amargos cuando no tienes a tu complemento al lado para poder seguir creando más. Las horas no pasan, bueno sí lo hacen, pero el espacio tiempo parece que se transforman en una nueva forma, lenta, agonizante e incluso crispante. No se sabe en qué ocupar el tiempo, todo parece poco para llenar ese vacío que esa persona consigue ocupar con tan solo una caricia.

Intentas ocupar los minutos con nuevos hobbies u actividades, pero nada es suficiente. Ansiadamente se espera el próximo instante en que los compañeros se verán y vuelvan a ser uno solo fundiéndose en una mirada. Parando el tiempo en cada instante para hacer eternos los momentos que el tiempo guardará en la memoria.


domingo, 3 de febrero de 2013

El sol de mis noches.



Intento organizar en mi cabeza las mil ideas que me brotan, pero, tras un largo tiempo, decido parar, hacerme un cigarro, saborear la primera calada, soltar lentamente el humo y relajar la mirada.  he perdido la noción del tiempo hasta el límite de no saber si de día sale la luna o el sol y si la noche es alumbrada por las estrellas o por tu resplandor.

Tengo una nueva perspectiva de la vida, menos gris, menos negra, menos abstracta, las formas comienzan a tener armonía, las melodías sintonizan con mis neuronas, que además de enloquecer, se enriquecen con cada ápice de conocimiento desconocido que llega a ellas.

Es una sensación tan diferente a las experimentadas que incluso siento miedo, miedo a lo desconocido, sí, he de reconocerlo, pierdo el control sobre mi misma y dejo que mi subconsciente actúe en mi nombre, pero no puedo arrepentirme. Siento que toco las estrellas y su calor se adhiere a mi manos, las retiro por miedo a quemarme, pero un velo casi imperceptible me cubre por completo.

Siento un aura cuando estoy a tu lado, una paz que me llega de lo más profundo de tu mirada. Me observas fijamente y compartes conmigo miradas cómplices. Aquellas que tan solo los dos podemos descifrar. Me has convertido en participe de tus sueños e inquietudes. La sonrisa aflora sola. Tú y solamente tú eres el culpable de tal milagro.

La voz cálida que arropa tus palabras me calma mi helado corazón, no existe un escudo capaz de esquivar todo esto que me llega a través de ti. Miro al cielo y el viento, aliado nuestro, trae tu aroma hasta mi, recordándome que no estás lejos y que velas por mi....

Te doy mi SI para SIEMPRE y a cambio solo pido que te quedes conmigo. +

Voy a sumergirme en mis más profundos sueños, que nacen en mi mente, mientras, ansiosa, cuento las horas que faltan para volver a verte.