martes, 19 de febrero de 2013

Momentos en la memoria.




A veces no basta con saber que esa persona está ahí. Los lazos afectivos nos empujan a necesitar crear lazos carnales. Una mirada, sonrisa, caricia, un abrazo... Es complicadamente sencillo cubrir esas necesidades, salvo que tengas como enemiga a la distancia. Añorar a esa persona es una tortura emocional complicada de sobrellevar, la única cura posible para tal es un reencuentro.

La calidez de esos gestos o momentos llenan y dan plenitud a los días, que tras la siguiente amarga despedida, se volverán lentamente tristes y vacíos. Nos pasamos la vida buscando un compañero, el complemento perfecto para nosotros mismos, aquello que nos da paz y tranquilidad y cuando lo encuentras es tan maravilloso que a veces somos incapaces de asimilarlo.

Los recuerdos, por más bonitos que sean se vuelven amargos cuando no tienes a tu complemento al lado para poder seguir creando más. Las horas no pasan, bueno sí lo hacen, pero el espacio tiempo parece que se transforman en una nueva forma, lenta, agonizante e incluso crispante. No se sabe en qué ocupar el tiempo, todo parece poco para llenar ese vacío que esa persona consigue ocupar con tan solo una caricia.

Intentas ocupar los minutos con nuevos hobbies u actividades, pero nada es suficiente. Ansiadamente se espera el próximo instante en que los compañeros se verán y vuelvan a ser uno solo fundiéndose en una mirada. Parando el tiempo en cada instante para hacer eternos los momentos que el tiempo guardará en la memoria.


No hay comentarios:

Publicar un comentario