miércoles, 21 de septiembre de 2011

Recuerdos.

Me encuentro ahora mismo frente a lo que será mi Blog. Jamás tuve uno. Creo que porque nunca tuve el valor suficiente como para abrirme a los demás de una forma tan íntima como es ésta.
Para algunos escribir es simplemente plasmar sobre un papel inerte algo que guardan. Para mi, sin embargo, es mucho más que eso. Es desnudar mi alma a completos desconocidos. Es ser consciente de que seré juzgada, para bien o para mal, ante los ojos del que mira... Sorprendentemente, es algo, que ahora mismo, no me preocupa demasiado. Paso por una situación bastante común, pero como buen humano que soy, racionalmente egoísta, considero que mi pena es mayor a la de cualquier otro ser. Que confundida estoy pensando así, mas ahora mismo, es lo único que me consuela.
Miro por mi ventana y no encuentro nada que me empuje a sonreír. Quizás la culpable de todo esto sea la sociedad que ha transformado las necesidades. Recuerdo cuando era pequeña y mirar por la ventana era sinónimo de juego. Un silbido bastaba para arrancarme una sonrisa de la cara. No necesitábamos relojes, el tiempo lo marcaban o los gritos de nuestras madres por las ventanas o los rugidos severos del estomago. Como iba yo a imaginar, que veinte años después, el ritmo de mi vida lo marcarían otros factores tan comunes como Internet, móviles y horarios laborales. Es curioso como el tiempo transcurre. Recuerdo mi pre-adolescencia. Era un momento marcado sobre todo por los cambios y las malas decisiones, pero aún así eran las correctas. De cada una de ellas sacábamos siempre algo bueno y algo malo y siempre, absolutamente siempre, aprendíamos una lección. Recuerdo que a los mayores se les respetaba y admiraba, cosa inusual ahora, más bien parece que los tratásemos como muebles viejos que ya no tienen utilidad. Lamentablemente es como veo las cosas y me entristece. De niña me encantaba pasar tiempo con las personas mayores que me rodeaban, son seres llenos de historias maravillosas. Vivencias lejanas que cuentan con una nostalgia que ya no veo en nadie. Mal parece que nos hayan vaciado y condenado a no sentir. Me traslado a aquellos años y siento como una lágrima asoma por mi ojo, tímida, pero con ganas de dejarse caer.  Y una sonrisa apagada se muestra en mi rostro, para recordarme que si se puede ser feliz, aunque suponga vivir de los recuerdos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario